Alexa Liliana Rodríguez-Padilla.
La simulación es un tipo de conducta tan antigua como la humanidad,
datos históricos señalan que ha existido en todas las épocas y civilizaciones.
Etimológicamente, la palabra simulación proviene del latín simulatio, lo que significa acción de simular o imitar lo que no
es. En el ámbito forense el simular
trastornos mentales, es una situación cuya aparición se hace cada vez más
frecuente, lo que exige un mayor conocimiento sobre dicha problemática, así
como la implementación de estrategias metodológicas y de intervención que
posibiliten identificar, con prontitud, este tipo de conductas durante el
peritaje.
El tema de la simulación es una problemática que requiere un sólido
bagaje teórico y entrenamiento por parte del perito, al momento de realizar un
diagnóstico dentro del ámbito forense.
Para ello, el profesional debe desarrollar mecanismo especiales,
imposibles de prever por parte del evaluado, actividad que requiere una buena
capacidad de observación, análisis, suspicacia científica y sobre todo buen ingenio
personal.
La simulación no es un diagnóstico psiquiátrico sino una acusación, es
por ello que en las clasificaciones actuales se encuentra fuera de los manuales
diagnósticos y sólo aparece en el aparte de problemas adicionales que pueden
ser objeto de atención clínica. Teniendo
en cuenta que el fingirse enfermo es una conducta engañosa intencional, no un
desorden médico o psiquiátrico, la evaluación debe estar orientada a establecer
posibles ganancias de tipo secundario por parte del paciente. (Rojo, 1999).
Dependiendo de la disciplina que aborde el tema de la simulación existen
diversas definiciones, sin embargo, es desde la psicología donde se proporciona
una de las más completas. Según
González, (1991) la simulación, es una mentira plástica, mediante la cual el
sujeto puede fingir, alegar, exagerar, falsear el origen y disimular una
enfermedad física y/o psicológica, con el objeto de engañar a otros, mediante
un esfuerzo mantenido, durante un tiempo determinado, con el objetivo de
conseguir un beneficio o provecho inmediato.
Otros autores, lo definen como un proceso psicológico el cual se
caracteriza por la decisión consciente de reproducir trastornos patológicos
valiéndose de la imitación y cuya intención es engañar.
Ambas definiciones coinciden en algunos aspectos, el primero de ello, es
la clara intención de engañar con el objeto de conseguir un beneficio, el cual
generalmente, es de tipo económico. Con
base en lo anterior, se plantean tres características propias del proceso de
simulación:
1.
Voluntariedad consciente del fraude.
2.
Imitación de trastornos patológicos o sus síntomas.
3.
Finalidad utilitaria, beneficio o provecho para el simulador.
A pesar de las diversas definiciones en cuanto al concepto de
simulación, los autores coinciden en que la intención de reproducir síntomas
patológicos que el individuo no posee, se realiza de una manera consciente y el
obtener un beneficio secundario, es la finalidad. Entre los indicadores orientadores de simulación, se
proponen los siguientes (Rojo,
1999; Urra, 1997; Delgado, 2001; Muñoz y
Paul, 2001; Esbec y Gómez-Jarabo, 1999):
§ El síndrome simulado es atípico y la sintomatología es contradictoria y
no se ajusta a las descripciones clínicas. Por ejemplo, aparición de síntomas
sin evidencia previa de lesión.
§ Falta de consistencia entre las quejas aducidas por el evaluado y las
actividades habituales en las que se ve inmerso. Por ejemplo, sentimientos
depresivos pero un normal desempeño en su área social.
§ Incongruencia de las quejas somáticas con los datos de la historia
clínica, exploración psicopatológica y el diagnóstico. Así como poca
cooperación durante la exploración y poco cumplimiento terapéutico.
§ Exageración de cualquier síntoma real para conseguir el máximo
beneficio.
§ Excesivo esfuerzo del paciente en establecer un vínculo causal entre las
alteraciones que presenta y un acontecimiento traumático previo.
§ El simulador con frecuencia dice “ser loco”. Se combinan síntomas
opuestos (por Ej.: en pacientes con “supuestos” problemas de memoria se
combinan con alucinaciones auditivas).
§ Mala disposición para la entrevista, evidenciándose el deseo no
disimulado de terminar rápidamente.
Durante la exploración son frecuentes las respuestas evasivas, sobre
todo, si la pregunta va dirigida a una cuestión crucial para el simulador.
§ Mala disposición, para la realización de pruebas psicométricas
complementarias. Así como discrepancia entre los resultados de las pruebas que
evalúan el mismo proceso. Baja fiabilidad test-retest
§ Cada simulador actúa de acuerdo con sus capacidades psíquicas; en personas
con un coeficiente intelectual bajo, la simulación suele ser claramente
evidenciable, caso contrario sucede con los que poseen un alto coeficiente
intelectual.
§ La enfermedad tiene posibilidades de permitir la evasión de
responsabilidades legales (posible reclusión). El simulador, puede afirmar o
mostrar una incapacidad para trabajar pero mantiene la capacidad para su
esparcimiento, como por ejemplo, disfrutar del teatro, ver la televisión,
jugar a las cartas, etc.
§ Sobreactuación clínica: cuadro clínico muy llamativo, con gran riqueza
de síntomas o con síntomas muy sofisticados. El entrevistado recrea su
sintomatología con facilidad y los delirios son inusualmente verbalizados.
§ No se observa implicación emocional cuando se verbaliza su
sintomatología. Ausencia de sintomatología sutil, sólo se fingen los síntomas
más conocidos.
Otra de las estrategias que podrían facilitar la labor del forense, al
momento de establecer si se encuentra frente a la presencia de un posible
simulador son las planteadas por Torres (2002).
1.
Efecto Suelo: cuando el acusado falla incluso en aquellas tareas que
podría completar con éxito una persona con un significativo deterioro, no
previendo que son respuestas en extremo sencillas.
2.
Curva de Rendimiento: fallar en respuestas muy fáciles y, por el
contrario, acertar en aquellas consideradas como difíciles.
3.
Evaluación de Validez Sintomática: pruebas de tareas de elección
forzada cuando el rendimiento se halla
por debajo del esperado.
4.
Secuelas Psicológicas Asociadas: cuando el sujeto realiza una atribución
de muchos síntomas psicológicos o actitudes que son atípicas a su déficit.
A pesar que muchos conceptos apuntan a que la simulación es una conducta
humana encaminada a la obtención de un beneficio, algunos autores plantean la existencia de un trasfondo anómalo o
patológico en algunos casos. De ahí que
una búsqueda constante de la verdad y una activa desconfianza deben
caracterizar el desempeño del perito en su labor pericial.
Esbec y Gómez, (1999), proponen algunos aspectos a tener en
consideración:
1.
Descartar Patología, cuando en cuadro no encaja en la nosología. Para
ello es necesario realizar:
a.
Anamnesis exhaustiva.
b.
Examen clínico meticuloso.
c.
Pruebas complementarias.
2.
Descartar Trastornos Facticios con síntomas psicológicos.
3.
Descartar factores de riesgo de simulación:
a.
Incentivo externo.
b.
Trastorno antisocial de la personalidad.
c.
Posibilidades de metasimulación.
4.
Detectar signos de sospecha, para ello es necesario la:
a.
Exploración clínica.
b.
Aplicación de pruebas complementarias.
5.
Abordaje directo del probable simulador:
a.
Confrontación.
b.
Confesión.
Los simuladores presentan síntomas subjetivos y vagos, pueden quejarse
continuamente describiendo que los síntomas alteran su vida normal. Suelen acudir a los mejores doctores, que en
ocasiones suelen ser los más confiados y quizás los más fáciles de engañar,
pagan de forma inmediata todas las visitas y exploraciones, incluso aunque sean
excesivas, para impresionar a los médicos con su integridad. (Kaplan, 1998
citado por Figuerido, 2001).
En ocasiones algunos médicos o incluso abogados creen que pueden
diagnosticar simulación, no se trata de un proceso simple, sino por el
contrario requiere de una evaluación compleja del cliente, así como una vasta
experiencia por parte de quien evalúa (Bronce, 1999). A pesar que en la actualidad se siguen
realizando reformas a los sistemas de procedimiento penal, el tema de la
simulación no se ha logrado erradicar del ámbito de la psicopatología forense
y, por el contrario, los casos que se presentan son cada vez más elaborados lo
que requiere, para su detección un mejor entrenamiento, por parte del perito,
así como un sólido bagaje teórico, en cuanto al tema de la psicopatología.
En la actualidad, a pesar de contar con técnicas de avanzada como es la
neuroimagen, dichas técnicas aun se encuentran lejos de poder arrojar un
diagnóstico diferencial entre la simulación y otras alteraciones cognitivas. De
acuerdo con lo anterior y teniendo en cuenta que se carece de una prueba
diagnóstica que confirmen, sin motivo a error la simulación de déficits
cognitivos, el juicio clínico del experto, seguirá constituyéndose en la mejor
herramienta.
Teniendo
en cuenta la confluencia de factores propuestos como indicadores de sospecha de
simulación, los diferentes autores coinciden en que el simulador siempre va
estar motivado por un incentivo externo, en la gran mayoría de los casos de
tipo económico. Para ello, Delgado
(2001) propone algunos elementos que deben estar presentes dentro de la metodología
de intervención, al momento de establecer simulación de enfermedades
psiquiátricas y describe como aspectos fundamentales:
-
Poseer sólidos conocimientos
respecto a las enfermedades mentales.
-
Realizar una observación larga y
sostenida del evaluado.
-
Paciencia y calma absoluta
frente a la terquedad del simulador.
-
Estudiar detenidamente los
antecedentes penales del sujeto, la naturaleza y detalles del delito que ha
cometido.
-
Analizar las conductas y el
estado del evaluado antes, durante y después del hecho.
-
Realizar una buena anamnesis y
exploración clínica.
Para citar este escrito según normas APA:
AL.
Rodríguez-Padilla. (11 de febrero de 2014). La Simulación dentro del ámbito
Forense: un aspecto que no se puede descuidar durante un peritaje [Mensaje en
un blog]. Recuperado de
http://psicojuridicaforense.blogspot.com/.
Referencias
BRONCE, A. (1999). The Detection of Malingering and
Deception.
www.masspsy.com/columnists/brown-9912.html
DELGADO, S. (2001). Simulación en
Psiquiatría Forense: el diagnóstico médico.
Santiago Delgado. Lecciones de
Medicina Legal. Universidad Complutense
de Madrid. Departamento de Toxicología y
Legislación Sanitaria.
ESBEC, E. y GOMEZ-JARABO, G. (1999). Signos de sospecha en la simulación
de los Trastornos Mentales. Revista Española de Psicología Forense,
Psicología Forense y Criminología. Editorial
Díaz de Santos, No. 8, 1999. Madrid.
FIGUERIDO, J. (2001). Engaño,
Enfermedades Autoinflingidas y Simulación.
Revista Salud Global. Año 1. Número 1.
GONZALEZ, J. (1991). Simulación y
Psicología Clinico-Forense. Revista de Medicina Legal de Costa Rica. 8 (2),
39-43.
MUÑOZ, J. y PAUL, N. (2001). La
Detección de los Posibles Casos de Simulación después de un Traumatismo
Craneoencefálico. Revista de
Neurología, Vol. 32 (8): 773-778.
ROJO, J. (1999). Interconsultas
Psiquiátricas. Editorial Biblio STM
TORRES, J. (2002). El Estado
Mental del Acusado (I): Psicopatología Forense. En M. Soria, Manual de
Psicología Penal Forense. Barcelona: Atelier.
URRA, J. (1997).
Violencia. Memoria Amarga. Madrid: